La única diferencia entre las personas sanas y las que tienen un trastorno de la personalidad es que en las segundas, los aspectos clave del comportamiento están más polarizados en un sentido u otro, o a menudo en un balanceo entre los dos.

Los seres humanos tenemos dos partes: una controladora y otra impulsiva.

La parte controladora busca la seguridad y por tanto trata de tener control y asegurarse de que aquello malo que nos haya pasado no vuelva a ocurrir.

La parte impulsiva busca no sufrir en el momento, evitar la ansiedad de forma inmediata.

El control es algo cognitivo, lógico, mientras que la impulsividad es subcortical, inmediata y emocional.

Ambas partes, cuando coexisten en la misma persona, se «odian» entre sí. Ahí es cuando se produce el llamado «trastorno de la personalidad».

Una busca el bienestar a corto plazo y se da los argumentos para hacer lo que desea; la otra es crítica y severa, criticando lo que se ha hecho de forma espontánea.

Cuando las dos están en la misma persona, una está en el deseo y la otra en la culpa. Y lógicamente la persona sufre y siente que no sabe quien es en realidad: el deseo o el remordimiento.

¿Sientes que en tu vida diaria pierdes el control sobre tus emociones o tus pensamientos? Habla con nosotros sin compromiso y con total confindencialidad. Te ayudaremos a ESTAR BIEN.