Burnout ha sido definido por Maslach y Jackson (1986) como un síndrome tridimensional que engloba los siguientes síntomas:
1- La despersonalización, es decir, el desarrollo de actitudes, sentimientos y conductas negativas y cínicas por parte del trabajador hacia las personas a las que dirige su trabajo.
2. Los sentimientos de baja realización personal en el trabajo por los que los trabajadores tienden a evaluar negativamente su rendimiento y esfuerzo.
3. Agotamiento emocional, es decir, los trabajadores se sienten sin recursos emocionales ni estrategias para afrontar la situación de trabajo.
SamuelH.Klarreich(1990) describió las siguientes fases propias del Burnout:
1) Ilusión o entusiasmo: la persona se encuentra motivado en el trabajo e invierte su energía de manera satisfactoria en los objetivos laborales.
2) Desilusión: insatisfacción debido a la confrontación de las exageradas expectativas con la realidad. La persona se siente desorientada, irritada, desilusionada y, aunque sigue trabajando, ha perdido motivación y confianza.
3) Frustración: la persona experimenta desesperación, irritabilidad, falta de moderación. En ocasiones, se puede culpar a otros de la falta de éxito, se pierde el entusiasmo y se vuelve más escéptico y cínico desatendiendo sus responsabilidades y perdiendo la confianza en su propia capacidad.
4) Desesperación: la persona siente que todo está perdido, le inundan sentimientos de fracaso, apatía y tiende al aislamiento laboral.
El síndrome de estar quemado o burnout conlleva consecuencias negativas en la persona tanto a nivel personal como profesional provocando así problemas psicosomáticos (fatiga crónica, dolores de cabeza, insomnio, dolores musculares, etc), malestar psicológico (irritabilidad, ansiedad, depresión, conductas violentas, consumo de sustancias adictivas, etc) absentismo laboral, dificultad para concentrarse y problemas familiares.
Por ello mismo, con el fin de prevenir el estrés y no sentirnos quemados a nivel laboral, es importante identificar aquellos factores de riesgo que pueden incrementar nuestro malestar psicológico en el trabajo.
Algunos de esos estresores psicosociales que nos conllevan a desarrollar un síndrome de burnout son los siguientes:
1) sobrecarga laboral
2) desigualdad salarial
3) falta de seguridad en el trabajo
4) ambigüedad de rol (la persona vive en la incertidumbre y no dispone de una información adecuada y concreta en relación a sus tareas y/o responsabilidades)
5) conflicto de rol (la persona experimenta un conflicto cuando en las demandas del trabajo que ha de realizar son incongruentes o incompatibles entre sí)
6) escasa comunicación o coordinación laboral
7) falta de percepción de apoyo sociolaboral y/o conflicto con compañeros o superiores
8) acoso laboral, sexual y/o violencia
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