Cuando nos paramos a pensar sobre cómo hemos llegado a ser quien somos, quizá lo más importante a valorar son las experiencias que hemos ido viviendo desde nuestra infancia.
Estas experiencias van integrándose en nuestro ser y hacen que nos desarrollemos con una forma de ver la vida, personalidad y valores únicos.
Una de las técnicas más utilizadas para explorar el pasado y comprenderlo de forma ordenada es la línea de vida.
Esta técnica consiste en dibujar una línea temporal en la que iremos marcando los sucesos que valoremos nos han hecho llegar a ser quien somos. Se puede realizar empezando desde el primer recuerdo que tengamos hasta el momento actual o de forma retrospectiva, es decir, desde el presente, hasta el recuerdo más antiguo que tengamos.
En primer lugar debemos marcar los sucesos vitales como nuestro nacimiento, el de algunos familiares que más nos hayan marcado y diversos sucesos del día a día que están marcados de gran importancia por la cultura en la que vivimos, como puede ser una boda, un fallecimiento o cualquier otro momento destacado.
Una vez que tengamos esta información ordenada de forma cronológica empezamos a marcar los recuerdos que consideramos nos han hecho llegar a ser quien somos, estos recuerdos pueden ser de cualquier tipo, tanto positivos como negativos y siempre serán recuerdos con una gran carga emocional.
Por último, cuando hayamos acabado con los recuerdos debemos observar nuestra línea de vida de forma reflexiva y analítica, todo lo que ahí hemos reflejado es un reflejo de nosotros mismos, aunque seguro que hay otras muchas cosas de las que no somos conscientes que también han influido en nuestro ser.
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