ANSIEDAD Y SELECTIVIDAD
La Selectividad se encuentra a la vuelta de la esquina, y si hay un período de angustia importante y generalizado entre los adolescentes es este. Supone un punto de inflexión en el futuro próximo y lejano, la elección que marcará la carrera académica y laboral de la adultez. No es de extrañar entonces que la ansiedad cobre gran relevancia en los meses próximos y, más si cabe, en los días de exámenes, apareciendo en forma de nerviosismo, irritabilidad y susceptibilidad, insomnio, pensamientos negativos, querer dejar los estudios, miedo y expectativas de fracaso.
La ansiedad es una respuesta innata de nuestra especie cuya misión es la supervivencia. Gracias a un mecanismo biológico presente en todas las especies animales, reaccionamos de la forma más eficaz para sobrevivir: ante el peligro, el circuito de ansiedad se dispara y nos empuja a luchar o huir de la amenaza.
¿Cómo se desencadena la ansiedad?
Nuestro cerebro envía una señal de puesta en marcha al sistema nervioso autónomo, encargado de regular importantes funciones como la digestión, la circulación sanguínea, respiración y metabolismo. Este, a su vez, se divide en dos subsistemas con funciones complementarias:
- – El sistema nervioso simpático: prepara al organismo para la acción y produce la energía necesaria. Para ello libera adrenalina y noradrenalina, responsables del desencadenamiento de los síntomas más típicos de la ansiedad: aceleración del ritmo cardíaco y respiratorio, dilatación de las pupilas, tensión muscular…
- – El sistema nervioso parasimpático: su acción produce efectos opuestos, origina la desactivación, la recuperación y la vuelta a la calma del organismo. Favorece el almacenamiento de la energía a través de la acetilcolina.Ambos subsistemas son activados prácticamente al mismo tiempo, lo que quiere decir que la ansiedad excesivamente elevada no puede durar mucho tiempo.Esto último resulta de gran importancia, puesto que entender la ansiedad como una respuesta adaptativa que prepara al organismo para una respuesta eficaz y que, en su versión más excesiva, dura solo unos minutos, nos ayuda a no incrementar nuestra ansiedad por sentir ansiedad.¿Qué hacer para combatir la ansiedad?Antes de realizar los exámenes, debemos invertir tiempo y esfuerzo en preparar las asignaturas. Para ello, es conveniente cuidar nuestro lugar de estudio. Este debe estar bien iluminado, preferentemente con luz natural, y escoger la luz blanca cuando necesitemos la artificial. Además, debemos tenerlo ordenado y sin demasiados estímulos distractores. Estructuraremos las asignaturas y temas, de manera que cada día empezaremos a trabajar con aquellas que nos resulten más difíciles y pesadas, para continuar con las asignaturas de dificultad media y terminar con lo más sencillo. Existen diferentes técnicas de estudio para concentrar y retener la información, debes encontrar cuál es la que mejor te funciona a ti, por tanto practica diferentes métodos hasta dar con el indicado, algunos ejemplos serían resúmenes, esquemas, subrayar la información importante… además, te resultarán de gran ayuda al repasar los temas ya estudiados.
Recuerda que, el sueño y descanso tiene un papel igual de crucial que el estudio y trabajo diario, puesto que cuando estamos dormidos, el cerebro configura e integra la información aprendida durante el día, resultando imprescindible dedicar entre 7 y 8 horas al sueño nocturno.
Los días de exámenes, evita sobrecargarte con un repaso intensivo del temario, los conocimientos ya los tienes y esto solo puede aumentar tus nervios. Acude con tiempo suficiente para solventar imprevistos que puedan surgir, evita comentar el temario a última hora con los compañeros y trata de no hablar con quienes más nerviosos estén puesto que la intranquilidad se transmite con facilidad. Antes de hacer los exámenes, y cada vez que notes aumentar tu ansiedad, pon en marcha técnicas de relajación, que puedes practicar los días anteriores mientras estudias. Por ejemplo, utiliza la respiración diafragmática, cogiendo aire por la nariz lentamente mientras tu abdomen se hincha (pon tu mano en el abdomen para comprobar que lo estás realizando correctamente), mantén el aire unos segundos para después expulsarlo lentamente por la boca. De esta manera aumentarán tus niveles de oxígeno y recuperarás el ritmo respiratorio calmado. Puedes también tensar los músculos de tu cuerpo durante unos segundos y relajarlos seguidamente, fijando tu atención en esta sensación de relajación. Todo esto ayudará a tu sistema autónomo parasimpático a recuperar la calma del organismo.
Durante la prueba, lee todas las preguntas despacio, comprendiendo lo que cada una te pide y comienza con aquella que más clara tengas. Esto te llenará de confianza y dará tiempo a tu cerebro a preparar la información que necesita para contestar las siguientes. Si “te quedas en blanco” y aparecen pensamientos sobre un posible fracaso, date unos minutos para hacer un STOP: reconócelos como pensamientos negativos intrusivos, sin utilidad y poco realistas. Has trabajado y tienes los conocimientos necesarios, solo queda reflejarlos y tienes la capacidad suficiente para hacerlo. Utiliza una hoja para escribir varias palabras que comiencen por la misma letra, esto te ayudará a recuperar la concentración y entonces ¡manos a la obra! Lleva un reloj para controlar el tiempo del que dispones e intenta dejar unos minutos para repasar la información escrita y posibles faltas de ortografía.
Después, solo quedará celebrar y premiar tu trabajo. Recuerda que ante un mal resultado tendrás más oportunidades y la experiencia habrá servido para realizar mejoras.
¡Éxito y a por todas!