Hace poco más de un año, el covid19 irrumpió en nuestras vidas cambiando nuestro estilo de vida.
En poco menos de una semana supimos organizar nuestra rutina dentro de casa. Esta capacidad de adaptación ante cualquier estresor garantiza nuestro bienestar psicológico.
Hans Seyle, describió la respuesta de nuestro organismo ante una situación de estrés en tres fases:
1. Fase de alarma:
Tras la evaluación de una posible situación estresante, se desarrolla una serie de alteraciones fisiológicas y psicológicas que lo predisponen para enfrentarse a la situación estresante. La gravedad de esta sintomatología estará directamente correlacionada con la intensidad del estímulo estresante, los factores internos de la persona (estilos de afrontamiento, rasgos de personalidad, etc), el grado de amenaza percibida y el grado de control sobre la situación estresante.
2. Fase de resistencia.
Se desarrollan un conjunto de procesos fisiológicos, cognitivos, emocionales y conductuales para afrontar la situación de estrés con la mayor eficacia.
3. Fase de agotamiento.
Cuando el estresor se mantiene durante mucho tiempo o es demasiado intenso, los mecanismos de adaptación de nuestro organismo no resultan eficaces y ello deriva en la fase de agotamiento pudiendo aparecer problemas inmunológicos, gastrointestinales o psicológicos (depresión, ansiedad, estrés agudo, trastorno de adaptación, etc).
La nueva normalidad nos ha permitido salir de casa, ir al trabajo de manera presencial,etc. No obstante, la incertidumbre, la inestabilidad laboral, el miedo a contagiar o ser contagiado, los cierres perimetrales que impiden visitar a nuestros allegados son algunos de los estresores con los que hemos de lidiar en esta nueva “normalidad”.
¿Qué podemos hacer para adaptarnos y fomentar nuestro bienestar psicológico?
- Escuchar las señales de nuestro cuerpo.
Es fundamental fomentar nuestra capacidad introspectiva. Nuestro organismo es sabio y cuándo está entrando en la fase de resistencia nos manda mensajes somatizando la ansiedad en forma de síntomas como ese típico nudo en el estómago, la presión en el pecho, diarrea, dolor de cabeza, falta de concentración, irritabilidad, etc.
Si nos sentimos así, debemos parar.
- Incrementar nuestras actividades agradables y apoyo social.
Saber parar y aumentar nuestra calidad de vida a través del apoyo social y de fomentar espacios agradables para nosotras mismas.
- Analizar la situación que nos provoca estrés
Paremos y analicemos la situación. ¿Qué está ocurriendo? ¿Qué estoy haciendo al respecto? ¿Cómo me estoy sintiendo? ¿Qué otras alternativas existen? ¿Qué consecuencias tiene?
- Analizemos nuestras estrategias de afrontamiento
¿Cómo he actuado hasta el momento? ¿De qué otra manera puedo actuar?
- Diseñar un plan de acción.
Tras el análisis de la situación y de nuestras posibles estrategias de afrontamiento, elaboramos un plan de acción para afrontar la situación estresante.
“No es el estrés lo que nos mata, es nuestra reacción al mismo”.
HANS SEYL