La llegada de un bebé al mundo supone un cambio vertiginoso en la vida de los padres primerizos. Se espera de este momento que sea de extrema alegría, amor y cuidado. Y aunque así sea, debemos entender que también se trata de una transición llena de factores novedosos a los que los nuevos padres y el bebé tendrán que adecuarse, y esta no siempre es una tarea sencilla.
El nuevo integrante de la familia, extremadamente vulnerable y dependiente, necesita de la atención constante de sus padres para lograr acomodarse a su nueva vida. Esto se traduce en importantes modificaciones en los horarios de sueño y en la agenda social de los padres, desgaste físico y emocional, cambios en las prioridades, expectativas de futuro, preocupaciones, proyectos personales y profesionales, estructura del hogar… Todo ello difiere en parte de las expectativas de felicidad absoluta que la sociedad atribuye a la maternidad y paternidad, lo que genera un sentimiento de culpa y ansiedad en los padres primerizos, que llegan a preguntarse “¿estaré a la altura?”,”¿qué estoy haciendo mal?”.
¿Qué pueden hacer los padres primerizos para lidiar con la ansiedad?
- Evita las anticipaciones. De nada sirve preocuparse por lo que pueda ocurrir en el futuro, qué fallos podrás cometer o si las circunstancias te superarán. Las estrategias de maternidad y paternidad se adquieren con la experiencia, y la experiencia se adquiere con el paso del tiempo. Enfoca tu esfuerzo en detectar aquello que puedas controlar a día de hoy y no sufras por acontecimientos que quizás nunca llegarán a producirse. Pregúntate: ¿esto que estoy pensando es útil para mí o mi bebé?, ¿hay probabilidades reales de que ocurra?, ¿está en mi mano controlarlo?. Si las respuestas son negativas, desecha esas ideas sin temor.
- Evita la culpa. Muéstrate vulnerable, normaliza tus sentimientos y conecta con tus emociones positivas y negativas. Reconoce el cambio por el que atraviesas y no te castigues por no ser lo que esperabas ser. Cuando hablamos de maternidad y paternidad solemos mostrar la cara más bonita (la más aceptada socialmente), pero es una realidad que no siempre (y mucho menos al principio) todo marcha sin problema.
- Sé realista. No existe la madre o el padre modélico que no comete ningún fallo; no hay una imagen perfecta que replicar ni un título de ejemplaridad que tengas que conseguir. Tú ya eres el padre o la madre perfecta a los ojos de tu bebé. Buscar hacer lo mejor para tu hijo/a, todo lo bien que puedes y sabes, ya es suficientemente bueno.
- Comunica cómo te sientes. Tu pareja y tú estáis atravesando el mismo momento vital, por lo que muchos de los sentimientos que estás experimentando podrán asemejarse a los suyos. Permítete tener un espacio de desahogo, practica la comunicación asertiva y comparte tu mundo interior. Identificar emociones comunes ayudará a desdramatizar la situación.
- Pide ayuda. No puedes hacerlo todo sola/o. Aunque intentes llegar a todo, la situación es nueva, el bebé es muy demandante y los superhéroes solo existen en la ficción. Aprovecha la ayuda de tu pareja, familiares y amigos; sobrecargarte de trabajo y responsabilidades solo servirá para aumentar tus niveles de ansiedad y que la situación se convierta en insostenible. Escucha a tu cuerpo y cuida de él, no solo el bebé está aprendiendo desde cero.
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