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ANSIEDAD EN PADRES PRIMERIZOS

ANSIEDAD Y PADRES PRIMERIZOS

La llegada de un bebé al mundo supone un cambio vertiginoso en la vida de los padres primerizos. Se espera de este momento que sea de extrema alegría, amor y cuidado. Y aunque así sea, debemos entender que también se trata de una transición llena de factores novedosos a los que los nuevos padres y el bebé tendrán que adecuarse, y esta no siempre es una tarea sencilla. 

El nuevo integrante de la familia, extremadamente vulnerable y dependiente, necesita de la atención constante de sus padres para lograr acomodarse a su nueva vida. Esto se traduce en importantes modificaciones en los horarios de sueño y en la agenda social de los padres, desgaste físico y emocional, cambios en las prioridades, expectativas de futuro, preocupaciones, proyectos personales y profesionales, estructura del hogar… Todo ello difiere en parte de las expectativas de felicidad absoluta que la sociedad atribuye a la maternidad y paternidad, lo que genera un sentimiento de culpa y ansiedad en los padres primerizos, que llegan a preguntarse “¿estaré a la altura?”,”¿qué estoy haciendo mal?”. 

¿Qué pueden hacer los padres primerizos para lidiar con la ansiedad?

  1. Evita las anticipaciones. De nada sirve preocuparse por lo que pueda ocurrir en el futuro, qué fallos podrás cometer o si las circunstancias te superarán. Las estrategias de maternidad y paternidad se adquieren con la experiencia, y la experiencia se adquiere con el paso del tiempo. Enfoca tu esfuerzo en detectar aquello que puedas controlar a día de hoy y no sufras por acontecimientos que quizás nunca llegarán a producirse. Pregúntate: ¿esto que estoy pensando es útil para mí o mi bebé?, ¿hay probabilidades reales de que ocurra?, ¿está en mi mano controlarlo?. Si las respuestas son negativas, desecha esas ideas sin temor. 
  1. Evita la culpa. Muéstrate vulnerable, normaliza tus sentimientos y conecta con tus emociones positivas y negativas. Reconoce el cambio por el que atraviesas y no te castigues por no ser lo que esperabas ser. Cuando hablamos de maternidad y paternidad solemos mostrar la cara más bonita (la más aceptada socialmente), pero es una realidad que no siempre (y mucho menos al principio) todo marcha sin problema. 
  1. Sé realista. No existe la madre o el padre modélico que no comete ningún fallo; no hay una imagen perfecta que replicar ni un título de ejemplaridad que tengas que conseguir. Tú ya eres el padre o la madre perfecta a los ojos de tu bebé. Buscar hacer lo mejor para tu hijo/a, todo lo bien que puedes y sabes, ya es suficientemente bueno. 
  1. Comunica cómo te sientes. Tu pareja y tú estáis atravesando el mismo momento vital, por lo que muchos de los sentimientos que estás experimentando podrán asemejarse a los suyos. Permítete tener un espacio de desahogo, practica la comunicación asertiva y comparte tu mundo interior. Identificar emociones comunes ayudará a desdramatizar la situación. 
  1. Pide ayuda. No puedes hacerlo todo sola/o. Aunque intentes llegar a todo, la situación es nueva, el bebé es muy demandante y los superhéroes solo existen en la ficción. Aprovecha la ayuda de tu pareja, familiares y amigos; sobrecargarte de trabajo y responsabilidades solo servirá para aumentar tus niveles de ansiedad y que la situación se convierta en insostenible. Escucha a tu cuerpo y cuida de él, no solo el bebé está aprendiendo desde cero. 

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